entrevista a teum van dijk y nuevo libro 
Radar|Domingo, 20 de Enero de 2008
entrevista > el lingüista teun van dijk habla del racismo en el 
discurso cotidiano 
Nosotros y los otros
En 1982, el lingüista holandés Teun van Dijk demostró cómo el 
lenguaje permitía comunicar y reproducir el prejuicio en general y 
el prejuicio étnico, el racismo, en particular. La políticamente 
correcta pero altamente xenófoba sociedad europea le sirvió como 
ejemplo. A fines del año pasado, se publicó un libro coordinado por 
Van Dijk llamado Racismo y discurso en América latina; tiene una 
introducción a cargo del compilador y estudios de casos de 
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México, Perú y 
Venezuela. Con este libro como disparador, el investigador del 
Conicet Salvio Martín Menéndez, profesor de Lingüística de la 
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y de la Nacional de Mar del 
Plata, habla con Van Dijk del discurso como mecanismo de 
reproducción del racismo en nuestros países, y si existe una manera 
de des-aprender las ideologías y prácticas racistas que las 
sociedades han incorporado.
Por Salvio Martin Menendez
El prejuicio parece ser un elemento constitutivo de la mayoría de 
las sociedades; el racismo es, tal vez, uno de los más evidentes y, 
en consecuencia, difundidos. Se lo puede caracterizar como un 
complejo sistema en el que intervienen diversos factores cognitivos, 
sociales y culturales. El lenguaje ocupa un lugar privilegiado en 
relación con él ya que permite su reproducción continua y cotidiana.
Teun van Dijk, lingüista holandés actualmente residente en 
Barcelona, advirtió con sagacidad y sentido crítico en 1982 cómo el 
lenguaje permitía comunicar y reproducir el prejuicio en general y 
el prejuicio étnico, es decir el racismo, en particular. 
La "políticamente correcta" pero altamente xenófoba sociedad 
europea –y la holandesa, en un principio como muestra altamente 
representativa– le sirvió como punto de partida para mostrar el 
alcance de sus hipótesis y del análisis que proponía. Su libro 
Prejudice in discourse (Prejuicio en el discurso, Amsterdam, 
Benjamins, 1982, sin traducción al español) marca un punto de 
inflexión y permite ver cómo la lingüística –
entendida "tradicionalmente" como la disciplina que describe y 
explica las estructuras formales de las diferentes lenguas–- puede 
explicar también las estrategias que los hablantes utilizan, 
justamente, para tratar o no de evitar ser prejuiciosos en las 
situaciones cotidianas en la que les toca interactuar. Estas 
estrategias no son, por supuesto, individuales sino que forman parte 
de los diferentes grupos que forman una sociedad. Ahí aparece otro 
elemento central: la influencia y la responsabilidad de los medios 
masivos de comunicación en conformar y difundir los prejuicios de 
esas sociedades de las que ellos forman parte y, además, permiten 
conformar.
A finales del 2007, la editorial Gedisa publicó un volumen 
coordinado por Van Dijk en el que se enfoca el problema del racismo 
en el discurso con especial atención a los países de América latina 
cuyo título es Racismo y discurso en América latina. El libro está 
compuesto por una introducción a cargo del compilador y estudios de 
casos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México, Perú 
y Venezuela. No es éste el lugar de hacer una evaluación crítica del 
libro. Sí de mencionar que todos los capítulos siguen las líneas 
generales de lo que Van Dijk propone y que puede actualmente 
ubicarse dentro de lo que se denomina Análisis Crítico del Discurso 
(ACD). ¿Qué debe entenderse por ACD? Puede caracterizarse como un 
análisis de los discursos que circulan socialmente acentuando la 
adopción de una posición "crítica". Esto supone denunciar cómo el 
discurso es utilizado por los diferentes "centros de poder" para 
manipular a las diferentes sociedades. Nuevamente los medios ocupan 
un lugar central: poder y manipulación no son dos características 
que les son ajenas.
Si bien no hay solamente una definición de esta corriente, todos 
acordarían en la importancia que tiene la lingüística dentro de 
ella. Pero, al mismo tiempo, esa importancia es relativa: se trata 
de ir más allá de sus límites, incorporando una visión 
multidisciplinaria y un compromiso político expreso.
A partir de estos lineamientos, que Van Dijk expone en su 
introducción, en esta entrevista habla acerca de algunos puntos 
polémicos que multiplican un debate que exige un grado de conciencia 
social mucho mayor.
En su libro Racismo y discurso en América latina el discurso aparece 
como un mecanismo privilegiado de reproducción del racismo. Algo 
similar sucede con otros fenómenos como el prejuicio y la 
discriminació n. ¿Cómo caracterizarí a y diferenciaría racismo de 
discriminació n y prejuicio? y ¿cómo caracterizarí a el discurso en 
relación con ellos?
–Racismo, discriminació n y prejuicio son nociones relacionadas 
dentro de una teoría general del racismo como un sistema social de 
dominación racial-étnica. En otras palabras, racismo –como sexismo– 
es un sistema de poder. Ese sistema del racismo está compuesto por 
dos sistemas: uno de prácticas sociales racistas, que llamamos 
discriminació n, y otro, un sistema sociocognitivo que llamamos 
prejuicios, más específicamente ideologías racistas. Esas ideologías 
racistas son la base de las prácticas de discriminació n, y se usan 
también para su legitimación. El discurso tiene un rol fundamental 
en ese sistema del racismo. Por un lado es una práctica social como 
las demás y, por lo tanto, se puede discriminar con el discurso. Por 
otro lado, es la práctica social con la cual aprendemos y 
reproducimos las ideologías racistas. En ese sentido el discurso es 
como una interfaz entre discriminació n e prejuicios. Por cierto, a 
menudo la noción de prejuicio en la psicología social se define como 
una actitud racista (o sexista, etc.) personal, pero es importante 
enfatizar que prejuicios son esencialmente sociales, compartidos por 
los miembros de un grupo ideológico.
Si el racismo, como usted sostiene, no es innato sino que es un 
proceso de adquisición ideológica que se aprende socialmente, es 
decir, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en los medios y 
en la interacción cotidiana en sociedades multiétnicas, ¿podría 
explicarnos cómo se lleva a cabo y si hay posibilidades de limitar 
su adquisición o, directamente, de no adquirirlo?
–Felizmente no solamente aprendemos ideologías racistas, sino 
también otras ideologías, más positivas, como ideologías basadas 
sobre valores de igualdad y de justicia. El antirracismo y el 
feminismo son ejemplos de esta clase de ideologías críticas en 
relación con las ideologías de dominación. En una sociedad de 
dominación europea ("blanca"), como en Europa, en Argentina y en 
grandes partes de América latina, la ideología y las prácticas 
racistas han sido dominantes durante siglos. Se necesita mucho 
tiempo para "des-aprender" esas ideologías y prácticas.
Usted considera que las posibilidades de hacer un planteo crítico de 
este tema en los medios, en los circuitos académicos y políticos es 
limitada. Sin embargo, creo que el racismo, como otras prácticas 
discriminatorias, tiene un espacio y se lo discute con cierta 
frecuencia. Ahora bien, me parece que el modo en que esta discusión 
se lleva a cabo neutraliza la posibilidad de cambios efectivos. 
¿Hasta que punto la lógica del discurso de los medios, de los 
políticos y del discurso académico no es "gatopardista" , es decir, 
actúa impidiendo cambios efectivos a pesar de aparentar que las 
cosas deben cambiarse?
–Es cierto, se habla sobre racismo en los medios de comunicación. 
Pero ese discurso en general no es sobre "nuestro" racismo, el 
racismo cotidiano en las instituciones, organizaciones y grupos 
dominantes, sino del racismo más marginal, de extrema derecha, el 
racismo violento de skinheads, de Le Pen en Francia o de Haider en 
Austria, para citar ejemplos representativos. El racismo cotidiano 
de "nuestras" instituciones se manifiesta de muchas maneras, como la 
falta de minorías en el gobierno, el parlamento, en la prensa, en la 
universidad o la Justicia, y por el poco interés en las 
instituciones y sus discursos en ese racismo. Por ejemplo, en los 
miles de artículos de periódico que analicé durante años, casi nunca 
encontré un artículo sobre racismo en la prensa, a pesar del hecho 
de que todas las investigaciones muestran que los medios de 
comunicación son parte del problema del racismo, pero todavía no de 
su solución. También en la prensa de izquierda, tal vez no 
explícitamente racista, hay más interés en el tema de la inmigración 
como invasión, como problema, que en el racismo en el país, un 
racismo del que miles y miles de inmigrantes y minorías son las 
víctimas, cada día. Lo mismo sucede en los libros de texto, que 
hablan muy poco sobre "nuestro racismo" hoy en día, y sí hablan, en 
cambio, de racismo en relación con fenómenos del pasado, como la 
esclavitud, o en otros países, como el apartheid en Sudáfrica o la 
Segregación Racial en EE.UU. Algo similar sucede en la política: los 
gobiernos en Europa (y en Argentina) están más preocupados con la 
inmigración "ilegal" que con el auge del racismo en Europa. El 
racismo ha sido fatal para millones de personas en el mundo. 
Ejemplos evidentes son la esclavitud, el colonialismo, el 
Holocausto. La inmigración y la diversidad cultural, en cambio –
muchos informes así lo demuestran– solamente contribuyen 
positivamente al desarrollo económico, social y cultura de los 
países. El problema fundamental de nuestro racismo, el racismo de 
las élites blancas, es su negación. Pero el criterio –si hay racismo 
o no– obviamente no es el criterio del grupo dominante, sino el del 
grupo dominado. Por lo tanto, sus experiencias y testimonios son 
fundamentales para establecer si hay racismo o no.
Usted viene trabajando desde una perspectiva que 
denomina "transdisciplinaria " y considera que los avances en las 
ciencias sociales y humanas permiten análisis cada vez más 
sofisticados. ¿Cuál sería el alcance de ese "avance sofisticado 
transdisciplinario" ?
–Los estudios tradicionales –tanto del racismo como de otros 
sistemas de desigualdad social– en las ciencias sociales y humanas 
en general eran monodisciplinares, por ejemplo en ciencias 
políticas, sociología, antropología, comunicación o lingüística. De 
esa manera, solamente se consigue un análisis parcial de los 
problemas sociales. Con un enfoque multidisciplinario los problemas 
sociales se plantean en toda su complejidad como, por ejemplo, en el 
estudio del racismo. Para el estudio de los prejuicios e ideologías 
se necesita de conceptos y teorías de la psicología social y 
cognitiva para describir y analizar representaciones mentales. Pero 
se necesita del análisis del discurso para comprender cómo 
exactamente se adquieren y reproducen esas representaciones en los 
discursos; un análisis sociológico aporta cómo esa reproducción se 
hace en las organizaciones, instituciones o grupos de élites. Las 
estructuras cognitivas, sociales y discursivas están estrechamente 
interrelacionadas, y solamente una investigación multidisciplinaria 
puede analizarlas de una manera adecuada. Por ejemplo, sabemos hoy 
en día que las ideologías no se expresan directamente en los 
discursos, sino a menudo a través de modelos mentales subjetivos de 
eventos "étnicos" en nuestra memoria episódica ("autobiográfica" ), y 
que esos modelos son la base de cuentos, noticias u otros discursos 
ideológicos. Eso explica, por ejemplo, que no toda la gente racista 
habla y actúa siempre de la misma manera (y que hay mucha variación 
personal en la manera de ser racista o sexista).
Cuando tiene que caracterizar el discurso racista señala que es 
complejo y sutil y que se basa en enfatizar los rasgos positivos 
del "nosotros" y los rasgos negativos del "ellos" y, a la inversa, 
en no poner énfasis en los rasgos positivos del "nosotros" y 
del "ellos". ¿Cómo evalúa que un esquema basado en una oposición tan 
sencilla como operativa permite explicar e interpretar la sutileza y 
complejidad de un discurso tan problemático como el racista?
–Obviamente esa polarización es una estrategia muy general, que 
tiene muchas manifestaciones más específicas, como es el caso de la 
distinción social entre grupos dominantes y grupos dominados. La 
polarización entre endogrupo (nosotros) y exogrupo (ellos) es 
fundamental en las ideologías que son la base de nuestras actitudes 
sociales y en los modelos personales sobre eventos con otra gente. 
Pero, primero, las actitudes pueden ser muy variadas, como una 
actitud racista sobre inmigración (definida como invasión) o sobre 
la integración cultural de inmigrantes o minorías. Segundo, al nivel 
del discurso, la polarización básica se puede manifestar en una gama 
muy diferente de propiedades del discurso, como los temas, los 
titulares, metáforas, argumentación, hipérboles, eufemismos o las 
palabras que usamos, entre muchas otras. De la misma manera, hay 
múltiples prácticas sociales del racismo cotidiano, como tratar 
a "ellos" en los medios, en el trabajo, en las tiendas, en las 
oficinas, etcétera. Todas prácticas muy variables, pero basadas 
sobre la distinción fundamental entre "nosotros" como "buenos", 
y "ellos" como "malos (o por lo menos diferentes)" .
Usted ha sido uno de los iniciadores de una importante corriente 
dentro de la lingüística llamada Análisis crítico del discurso. De 
una manera enfática, ha mostrado no solo los límites que la 
lingüística "tradicional" , sino la necesidad de llevar a cabo un 
análisis interdisciplinario y transdisciplinario que permita una 
interpretació n crítica no sólo social (académica) sino política (de 
intervención concreta). ¿Cuáles serían los alcances y límites del 
análisis del discurso que propone? ¿Hasta qué punto el 
aspecto "crítico" del análisis del discurso puede convertirlo en un 
simple comentario de textos? ¿Cómo evalúa el pasaje concreto de la 
interpretació n académica a la intervención política?
–El ACD no es un método sino una actitud crítica, socialmente 
comprometida, en la ciencia del discurso. Esa actitud no es una 
garantía de buena ciencia, y, como en cada línea de investigación, 
hay trabajos buenos y malos. Hacer análisis críticos de problemas 
sociales necesita el uso de los métodos más avanzados y sofisticados 
de las ciencias sociales y humanas. Problemas sociales como el 
racismo, el sexismo, el clasismo, la pobreza, y tantos más, son tan 
complejos que no se pueden analizar de una manera superficial, y con 
métodos más bien impresionistas, como, por ejemplo, los de la 
crítica literaria impresionista que conocemos hasta hoy. Por otro 
lado, tampoco los análisis más sofisticados en lingüística formal 
nos ayudan a comprender y resolver problemas sociales si no se 
relacionan con estudios más amplios del discurso, de la interacción 
social, de la comunicación, de la cognición y de las estructuras 
sociales. Solamente en los últimos años empezamos a comprender cómo 
muchos de esos fenómenos y estructuras están interrelacionados. Para 
eso necesitamos teorías y métodos muy sofisticados y 
multidisciplinares. Además, la ciencia más sofisticada no sirve sin 
la acción social y política y sin la resistencia de los grupos 
dominados. Un ejemplo preciso: el rol fundamental del feminismo en 
la sociedad.
¿Hay características particulares que permitan diferenciar el 
discurso racista del no racista o los grados de racismo que tienen 
los discursos?
–El discurso antirracista precisamente evita esa polarización, no 
enfatiza las diferencias sino las similitudes, y no esconde las 
malas cosas de nuestro grupo. Un ejemplo: el caso de las viñetas 
contra Mahoma en el periódico danés Jyllands Posten en septiembre de 
2005, que crearon una alarma entre musulmanes en el mundo entero. 
Hicimos un estudio de la cobertura de ese conflicto en la prensa, 
también en la prensa más o menos progresista, como El País en 
España. Los resultados de la investigación confirman todas las 
hipótesis sobre el rol de la prensa en la reproducción del racismo: 
se hablaba casi solamente sobre la intolerancia, la violencia y el 
atraso social de los musulmanes y de los árabes, y se enfatizaba los 
logros de la civilización europea, como la libertad de prensa y de 
pensamiento. Ni una palabra sobre la otra historia europea, como la 
de la esclavitud, del colonialismo, del fascismo, del Holocausto o 
de las guerras mundiales. Y, además, no se decía ni una palabra 
sobre las tradiciones culturales y científicas de las culturas 
árabes y musulmanas, o la variación tremenda entre musulmanes. 
Tampoco sobre la historia del catolicismo de la Inquisición, del 
Opus Dei y la oposición hasta hoy día, en España misma, contra casi 
todos los avances sociales de derechos humanos, como el derecho al 
aborto, al divorcio y los matrimonios gay. Había muchos artículos 
sobre la libertad de prensa, pero ningún artículo sobre el racismo 
en Dinamarca, por ejemplo, tanto en la política como en la prensa 
danesa. La polarización entre el Mundo Europeo Bueno y el Mundo 
Musulmán Malo era casi total. Hubo solamente muy pocos artículos más 
críticos de profesores famosos antirracistas. Claro, profesores 
blancos, otra vez. Los representantes de "ellos" obviamente no 
tenían acceso a la prensa para explicar su visión del evento. Así 
puedo mencionar docenas de casos de la polarización entre "nosotros" 
y "ellos".
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1 comentario:
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